miércoles, marzo 24, 2010

Pinochet y Castro(s): Analogías.


Un fuerte debate se ha generado a partir de la conmoción por la muerte de un prisionero de conciencia en huelga de hambre en Cuba y las manifestaciones de las Damas de Blanco, demandando la liberación de decenas de disidentes encarcelados. En uno de esos debates sugerí que era posible encontrar más de alguna semejanza entre  la dictadura de Pinochet y la de los Castro. Otros intervinientes lo negaron categóricamente y me desafiaron a señalar siquiera una. Obligado entonces, enuncié las siguientes. Juzgue el lector la pertinencia.

1.- Ambas dictaduras se identifican completamente con la Patria. Estar en contra del régimen castrista es ser “anticubano”. Luchar contra Pinochet era estar en contra de los principios mismos de la "chilenidad".



2.- Quien lucha contra el régimen cubano es porque es un "mercenario" vendido a los dólares del imperio. Quienes luchamos contra la dictadura de Pinochet estábamos vendidos al "Oro de Moscú". No había posibilidad de que alguien luchara honestamente contra un régimen cuyos principios y acciones repudiaba.



3.- Ambos rechazan la “ingerencia en los asuntos internos" de los organismos de derechos humanos que reclaman por las violaciones cometidas en su territorio.



4.- Ambos impiden la libertad de prensa. En esta comparación sale ganando Pinochet, pues aunque con censura y hasta con crímenes contra periodistas en alguna ocasión, en Chile tuvimos la posibilidad de tener radios, revistas y diarios opositores legales de circulación abierta, los que jugaron un rol fundamental en la recuperación de la democracia. Mi saludo para esos valientes profesionales. En Cuba, después de 50 años, no hay ningún medio opositor legal. Los pocos que existen son clandestinos y muchos periodistas están entre los presos de conciencia.



5.- En ambos regímenes no existe poder judicial independiente. No hay para que hablar de las siniestras fiscalías militares y el vergonzoso rol de los tribunales ordinarios chilenos (salvo unos pocos jueces íntegros). En Cuba, un tribunal condena a muerte a tres personas, que no hirieron ni mataron a nadie, mediante un proceso muy expedito: El 3 de abril del 2003 cometían el delito y el 11 del mismo mes ya estaban fusiladas.



6.- Por supuesto, ambos prohíben que los opositores se organicen políticamente. Eso, claro, es de la esencia de toda dictadura.



7.- Ambos justifican todas las penurias de su pueblo en la agresión externa. El boycot del comunismo internacional en el caso chileno. El bloqueo gringo en el caso cubano. Y por supuesto que ambas cosas tenían parte de verdad, pero servían también para ocultar los propias negligencias. Raúl Castro ha dicho ahora que está luchando contra la corrupción y el derroche. Y aunque el bloqueo norteamericano es efectivo y causa daño, Cuba comercia con muchos otros países y buena parte de su economía descansa precisamente en el intercambio internacional.



8.- Ambos rinden culto al militarismo. El Capitán General aquí, el Comandante allá.


9.- Como personajes primitivos de su época, ambos dictadores expresaban machismo y homofobia. Algunas frases famosas: Pinochet, en el Club de la Unión en 1990: El ejército alemán está lleno de "marihuaneros, drogadictos, melenudos, homosexuales y sindicalistas”. Fidel Castro, durante el éxodo de Mariel en 1980: “Ahí se va la escoria de la sociedad cubana, se van delincuentes, se van homosexuales”. En este aspecto hay que reconocer que con Raúl ha existido una cierta mejoría, que puede ser motivada por diversas causas. Una de ellas, el rol de su hija Mariela en la defensa de las minorías sexuales.



10.- Ambos han sido maestros en el uso de la infiltración. Los "sapos" aquí, los "chivatones" allá. En esto da la impresión que por la cultura chilena, la dictadura no se enorgullecía mucho de ello públicamente. Allá, el régimen castrista se vanagloria abiertamente de cómo sus agentes de seguridad llegan a convertirse en dirigentes de las organizaciones disidentes.



11.- Ambos eran “agredidos” por transmisiones desde el exterior. Radio Martí allá; Radio Moscú y Radio Magallanes acá.



12.- Ambos organizan eventos electorales carentes de las mínimas garantías para tratar de legitimarse. Las elecciones con partido único y sin libertad de prensa allá, la consulta del 78 y el plebiscito del 80 acá. Hay que reconocer que en el plebiscito del 88 la dictadura chilena tuvo que entregar cierta libertad de acceso a la televisión a los opositores, la recordada franja electoral. Eso sin duda contribuyó a su derrota. Allá, no corren riesgos.


13.- Como buenas bestias políticas, ambos supieron deshacerse de aquellos que internamente osaron cuestionar su conducción. Pinochet destituye en 1978 al Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, Gustavo Leigh, quien había sido uno de los cuatro Generales que encabezaron el golpe de Estado de 1973. Castro, ya en el mismo año 1959, manda a la cárcel por 20 años a uno de los principales comandantes de la revolución, Huber Matos.

14.- Ambos regímenes necesitan deshumanizar a sus adversarios, para luego hacerlos fácil blanco de cualquier abuso. Gusanos allá, humanoides acá.



Pero para ser justos, hay también diferencias, entre ellas:



1.- En cuanto a la legitimidad del origen, Castro logra ponerse a la cabeza del derrocamiento de un dictador, habiendo iniciado la lucha de guerrillas tres años antes. Pinochet en cambio, toma la decisión de sumarse a un golpe de Estado que habían impulsado otros y con ello frustra las pocas posibilidades de una salida política incruenta a la muy real y aguda crisis que vivía el país.


2.- Salvo las primeras etapas, en que los revolucionarios hicieron famoso el paredón, la represión cubana no ha alcanzado el nivel de brutalidad de la represión de Pinochet, con sus 3.000 detenidos desaparecidos, ejecutados y muchos miles más de torturados. No nos metamos en el tema de los exiliados para no echar a perder esta comparación favorable a los Castro.



3.- La dictadura cubana ha logrado avances importante en varios indicadores de calidad de vida con un PIB más bien modesto.



4.- Por supuesto, los valores que proclaman son muy distintos. En Chile, la competencia, la libertad económica, el individualismo. El régimen cubano enarbola la igualdad, la solidaridad, el compromiso con lo colectivo. Esto último ha hecho que no pocos hayamos sido embrujados un tiempo por esa parte de la historia.


He estado en Cuba y he visto como, en lugar de carteles llamando a consumir tal o cual marca, hay llamados a cultivar valores humanos, al compromiso social. Eso, si fuese fruto de la decisión libre e informada de su pueblo, sería absolutamente admirable y sería el tipo de sociedad que querría para Chile. Por desgracia, no lo es.

Después de decir todo esto, alguien me replicó que, pese a todas las semejanzas, la gran diferencia estribaba en los fines: El bienestar de su pueblo, en el caso de los Castro y el servir a la oligarquía y el capital externo, en el caso de Pinochet. Las prebendas de la burocracia, en los primeros y una sincera convicción en el credo neoliberal, en el segundo, podrían cuestionar eso, pero concedamos el punto por ahora. Entonces, si la gran diferencia estuviera en los fines, aparece el viejo dilema de si esos fines justifican los medios. Para mi, no.

Me interpretaron las Palabras del Presidente




Me interpretaron las palabras del Presidente de la República exigiendo, a nombre de Chile, respeto para los derechos humanos violados por la dictadura castrista. Que diferencia con la Bachelet, que cuando estuvo en Cuba no abrió la boca respecto de los presos de conciencia y que lo más vistoso que hizo fue salir corriendo, con un indigno trotecillo, cuando le avisan que el dictador convaleciente se dignaba recibirla. 

Lo único que a uno le queda dando vueltas, es por qué no se escuchó a Sebastián Piñera defender con la misma fuerza los derechos humanos cuando en Chile se violaban en forma mucho más brutal. Debe haber tenido otras preocupaciones altruistas que consumían su tiempo.

Pero afortunadamente, respecto de la dictadura cubana Piñera ha tenido siempre una línea de principios muy clara. En la foto se lo observa cuando visitó Cuba como Senador. Su expresión deja en evidencia que fue durísimo con el dictador y que debe haberlo fustigado enérgicamente por los abusos cometidos. Por supuesto que en ningún momento se le debe haber pasado por la mente hablar de negocios y de cómo levantarle alguna de las movidas a Max Marambio.

sábado, marzo 06, 2010

Carencia de Mando


La grave situación enfrentada por el país ha dejado de manifiesto la carencia de un sentido de mando efectivo en el escalafón político respecto de las Fuerzas Armadas. Veinte años después del término de la dictadura militar ello no resulta excusable. El no contar con un mando efectivo pone en una situación de alta vulnerabilidad a Chile, tanto en casos de desastres naturales como ante eventuales conflictos internacionales.


Fue usual, tanto en su gestión como Ministra de Defensa y posteriormente como Presidenta de la República, ver a Bachelet vistiendo uniforme militar, navegando en unidades de la Armada o trepando a vehículos blindados del Ejército. Por desgracia, estos gestos comunicacionales no permitieron un empoderamiento real de la saliente mandataria en su papel de conductora de la fuerza militar del país.

Esta falta de sentido del mando ha quedado de manifiesto en la presente crisis. La primera manifestación de ello fue la tardanza en decretar Estado de Catástrofe y desplegar fuerzas en la zona más afectada. Esa era una medida que debió estar contemplada en los planes del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas bajo la dirección del Ministerio de Defensa, a partir del aprendizaje histórico en nuestro propio país y de la experiencia internacional. Esa experiencia muestra que después de un desastre de esta magnitud se requiere presencia militar para ayudar en la asistencia directa  a la población, para distribuir los suministros disponibles y para el control del orden público, ante el desabastecimiento y saqueos completamente previsibles. No se ordenó oportunamente despliegue militar, como se ha sabido, por sugerencias de asesores políticos al parecer con la vista más puesta en los abusos militares de hace 20 años que en la necesidad actual de la población. Eso fue un error de proporciones. La situación de caos en que cayeron Concepción y Talcahuano, con incendios generalizados, significó un grave entorpecimiento a las mismas tareas de rescate. Por cierto este despliegue militar con el carácter preventivo con que debió haber sido dispuesto podría haber hecho innecesaria la represión que luego se debió desplegar. La fuerza militar habría actuado por presencia. Por supuesto, en un país bien organizado, esa presencia militar debió incluso ensamblarse desde un primer momento con las organizaciones territoriales de la sociedad civil, preparadas para asumir responsabilidades en estas situaciones.

Una segunda manifestación de esta carencia de mando efectivo ha sido que hasta la fecha no sea destituido el Comandante en Jefe de la Armada. Ello debió haber ocurrido en el primer momento como consecuencia necesaria de la inexcusable negligencia cometida por el SHOA. Pero esa no fue la única negligencia grave del mando naval. Tampoco se cumplió con los protocolos que ordenan sacar mar afuera las unidades de la Armada para evitar que sean dañadas por la marejada. La impactante, pero mejor mirada, vergonzosa imagen de una torpedera colocada encima de edificaciones en Talcahuano es una muestra irrefutable de ese actuar negligente. Falta por investigar qué sucedió con el resto de las unidades de la Armada. Es muy probable que haya sido puesto en riesgo buena parte de ese material de defensa que cuesta una cantidad inmensa de recursos a todos los chilenos y que mayores daños no se hayan registrado sólo por la clemencia del maremoto con otras zonas, como con el Puerto de Valparaíso. Finalmente, el Almirante González debe ser destituido porque intentó desinformar a la opinión pública. En efecto, en declaraciones a un periodista de TVN, González, luego de reconocer la responsabilidad de la Armada al no ser clara ante la consulta de la Presidenta efectuada al SHOA a las 05.15, aduce en defensa de la institución que, no obstante, la alarma había sido ya lanzada por radio y mediante un fax enviado a ONEMI a las 04.07. Ello resulta completamente falso, como se desprende de la sola lectura del mencionado documento. http://www.scribd.com/doc/27800608/fax-shoa Allí sólo se señala que de producirse el tsunami, dicha situación sería “informada oportunamente”.

El despliegue oportuno de las fuerzas y la destitución del mando militar negligente no habría hecho sino reforzar la confianza pública en el mando político, confianza necesaria para mantener la tranquilidad ciudadana y evitar además un desgastante debate respecto a las ineludibles responsabilidades.

jueves, marzo 04, 2010

Presidenta: Solidaridad no es Impunidad


En declaraciones a una radioemisora de la capital, usted ha dicho, con cierta irritación,  que “…basta ya de buscar responsables”. Lo siento Presidenta, pero lo que ha ocurrido es demasiado grave para no buscar responsables. Por cierto que el primer deber es auxiliar a los más afectados. La sociedad civil, después de recoger los destrozos en sus propias casas, ha comenzado a hacerlo, quizás con más agilidad que el Estado, ayudando a los que más sufren. La solidaridad se seguirá expresando con fuerza. Sin embargo, muchos no queremos que este esfuerzo solidario de la mayoría de los chilenos opere también como cortina de humo para que tras ella se escabullan quienes tienen tanto que responder. Los barcos de la Armada no dejaron de navegar con víveres, cuando finalmente zarparon, claro, por el hecho de que su Comandante en Jefe comience a reconocer responsabilidades.
Es que no hay explicación Presidenta para el hecho que no se haya dado la alarma de tsunami. Deben aclararse las versiones todavía encontradas entre la ONEMI y la Armada. Pero de cualquier forma, ¿le parece a usted razonable el tiempo que se tomó la Armada, de acuerdo a su versión, para dar la alarma? El Servicio norteamericano estaba alertando diez minutos después del terremoto. El Servicio Chileno se toma alrededor de media hora, cuando cada minuto puede ser la diferencia entre la vida o la muerte de mucha gente. Por otra parte, ¿le parece que es una respuesta válida la de la directora de ONEMI cuando dice que el fax del SHOA era ilegible? ¿No sintió esa señora alguna pequeña curiosidad por saber qué diablos le quería decir el servicio especializado en tsunamis después de un terremoto? Era ilegible y punto.
Tampoco hay explicación para que hayan pasado varias horas sin que usted supiera qué pasaba en las zonas más afectadas. No es explicable que todo el sistema de comunicaciones de emergencia de un país esté en el suelo. Los sistemas de emergencia son precisamente para cuando se corta la luz Presidenta. Parece que las radios de la ONEMI estaban sin batería, pero, ¿no tenemos destacamentos de las Fuerzas Armadas en esas zonas? ¿O los sistemas de comunicación de esos destacamentos quedan inutilizados con simplemente cortarles la luz? Y a propósito, déjeme decirle que me dio cierta vergüenza cuando usted le pide a Hillary Clinton que le traiga algunos teléfonos satelitales y ella le pasa uno ante la prensa. Su gobierno ha gastado en tanta frivolidad el dinero de los chilenos, como por ejemplo donarle un millón de dólares a alguien para que se compre un hummer, pero sin embargo, ¿no se había preocupado de dotar adecuadamente a los organismos que actúan en  emergencia con esa tecnología, para velar por nuestra seguridad?
Tampoco es explicable que usted se haya tardado tanto en declarar Estado de Catástrofe, despachar suministros y desplegar fuerzas. Así como se sabe que tras un terremoto de esa magnitud en la costa se generan tsunamis, también se sabe que sobreviene desabastecimiento y saqueos. ¿Era necesario que los saqueos comenzaran para actuar? Ha escuchado usted que en el fútbol, como en la política y en la gestión de desastres la capacidad de anticipación es esencial?
Porque no se trata de ser “general después de la guerra” como ha dicho usted Presidenta. Nadie puede ser tan genial para enfrentar una situación así y en base a improvisación, a pensar en ese momento cada solución, dar respuestas adecuadas a todos los desafíos. Una tragedia de esta magnitud sólo se puede enfrentar correctamente en base a una rigurosa planificación, a pensar por adelantado frente a distintos escenarios. Ese es deber esencial de nuestras Fuerzas Armadas bajo la dirección del Ministerio de Defensa. Entonces, o aquí no había tal planificación, o era insuficiente o no se implementó. En cualquiera de esas posibilidades, la responsabilidad es prioritariamente del Gobierno.
Es que sabe Presidenta, ha muerto mucha gente. ¿Qué siente cuando piensa que quizás muchas personas pueden haber creído en lo que su Gobierno le decía y no se protegió o bajó de sus sitios de protección y que por eso hoy están muertas?
Punto aparte merece el tema de las construcciones nuevas que se han derrumbado o han quedado gravemente dañadas. En este tema sólo pueden ocurrir una de dos situaciones. O no existen normas de construcción adecuadas, caso en el cual la responsabilidad es del Estado, en particular del Gobierno y más específicamente del Ministerio de Vivienda, o esas normas existen, pero las inmobiliarias, movidas naturalmente por el afán de lucro, pariente tan cercano de la falta de escrúpulos, no son fiscalizadas, caso en el cual la responsabilidad es también del Estado, en este caso de los municipios. Lo cierto es que en cualquier caso, por esta responsabilidad, el Estado debe ser particularmente proactivo en buscar soluciones y no lavarse las manos y dejar a la gente abandonada para que se enfrente en los tribunales a las inmobiliarias.
Por todo lo dicho, espero que usted comprenda por qué habemos muchos que pensamos que todo lo que ha sucedido debe ser juzgado, sancionado y muchas familias indemnizadas. Sí, “indemnizadas” Presidenta, no simplemente objeto de “ayudas”. Me refiero a los familiares de las víctimas fatales del tsunami. La falta de una alerta constituye precisamente un caso de “falta de servicio de los organismos del Estado”, organismos que contaban con todos los medios adecuados para proteger a la población, medios que cuestan todos los años miles y miles de millones de pesos a todos los chilenos y que fueron utilizados negligentemente. La falta de servicio que causa daño, como usted sabe, genera para el Estado la obligación de indemnizar.



Y por cierto las responsabilidades políticas también deben ser esclarecidas. Afortunadamente, esa exigencia de responsabilidad no tiene para que quitar ahora ni un minuto de tiempo a sus ministros o al comandante en Jefe de la Armada. El mecanismo para hacerla efectiva existe, se llama acusación constitucional y puede interponerse en contra de los ministros de Estado hasta tres meses después de dejar su cargo, por la causal constitucional de “Poner en riesgo la seguridad de la Nación”. Porque pienso que usted estará de acuerdo conmigo Presidenta, en que en ningún ámbito es buena la impunidad.